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Uno de los tesoros más destacados del Museo Arqueológico Nacional de Atenas es la Máscara de Agamenón, una llamativa máscara funeraria de oro de entre 1550 y 1500 a.C. aproximadamente. Desenterrada en 1876 por Heinrich Schliemann en Micenas, se creía que pertenecía al legendario rey Agamenón de las epopeyas de Homero. Aunque los expertos creen que es varios siglos anterior a la Guerra de Troya, la máscara sigue siendo un poderoso símbolo del arte micénico y de las tradiciones funerarias reales. Con su detallado diseño y su rica historia, es una visita obligada para cualquiera que sienta curiosidad por la historia de la Grecia antigua.
El Mecanismo de Anticitera, que forma parte de la Colección de Bronce del museo, es un fascinante ejemplo del antiguo ingenio griego. Descubierto en 1901 en un naufragio frente a la isla de Anticitera, este dispositivo del siglo II a.C. está considerado como el ordenador analógico más antiguo del mundo. Formado por al menos 30 engranajes de bronce, podía predecir acontecimientos astronómicos, eclipses e incluso seguir ciclos como los antiguos Juegos Olímpicos. Su sofisticación permite hacerse una idea de lo avanzada que era la tecnología griega hace más de dos mil años.
Una de las obras más llamativas del Museo Arqueológico Nacional es el Bronce de Artemisión, un impresionante ejemplo de escultura griega clásica. Extraída de un naufragio frente al cabo de Artemisión y datada en torno al 460 a.C., la estatua representa a Zeus o a Poseidón, con un brazo extendido para sostener un rayo o un tridente. Con más de dos metros de altura, la figura captura un poderoso momento en movimiento, reflejo de la increíble habilidad de los escultores griegos del bronce. Su anatomía realista y su energía dinámica la convierten en una pieza destacada de principios del periodo clásico.
